He decidido aferrarme a la rosa que perfuma mi mano, a abandonarme al olvido de pensarte a diario. Hoy prefiero la caricia del aire fresco, al canto viejo de ramas secas, Y sí, prefiero deshacer las huellas que te alejan de mí, a tenerte en mis brazos temblorosa, siempre queriendo huir. Ya no elijo el ronco murmullo del arroyo, prefiero las olas con sus garras blancas gimiendo rotas entre las rocas. Soy como la lluvia cuando terca llueve sobre mojado, ya no tengo nada que buscar, ya no hay más que esperar. Hoy no elijo el antes. Elijo, el ahora al quizás, el siempre al todavía, el nunca a la última vez. Hoy prefiero este lugar sin tiempo, a oír las quejas de tu corazón partido. Ya no te quiero cerca señalando lo que mis suspiros saben, te prefiero lejos deshojando la luna crecida. Lo que hoy elijo no eres tú. No eres tú ni el cielo que atraviesas. No eres tú ni tus besos en mis manos vacías. No eres tú ni la ansiedad inútil de tu ausencia. Hoy no eres tú, soy yo. Soy yo en otros brazos, agitado y tonto. Soy yo, viviendo vivo una vida aplazada. Soy yo, aunque siga juntando las piezas derramadas. Soy yo, aunque tú no lo sepas.   Silvia Paez